¿Es, como dice el gobierno,
culpa de los empresarios
de la soja que, incendiarios,
desataron este infierno?
¿Es que les importa un cuerno?
¿Son crueles y miserables?
¿Son, acaso, responsables
-como Cristina declara-
y no quieren dar la cara
porque se sienten culpables?
¿O la cosa no es tan-tan,
es decir, no es tan así
y un "entripau" por allí
le viene muy bien al clan?
Echar a andar el volcán
inmenso de la humareda
es una buena moneda
cuando las negociaciones
no llegan a conclusiones...
¿Será? Veremos qué queda...
En este juego mugriento,
como siempre, el afectado,
es el pueblo. ¿Su pecado?
¡Ser pueblo! Cómo lo siento...
El humo prosigue, lento,
envenenando paciente.
La señora presidente,
los señores estancieros,
empresarios, piqueteros,
todos son la misma... gente.
