Vuelvo después del silencio
(fue flojera, no censura,
y en la entrega franca y dura
acá se los evidencio).
Como yo no reverencio
ni religión ni poder,
regreso para encender
el fuego de lo prohibido
pues nunca El Entrometido
calló frente al mercader.
El mundo, ¿cómo lo digo?,
sigue camino a la nada,
de emboscada en emboscada,
en manos del enemigo.
Se multiplica el mendigo,
muere la naturaleza,
la justicia nos bosteza
aburrida del fracaso
y de tanto dar mal paso
el amor se nos tropieza.
Siguen fanáticos bestias
reventando como locos,
matan muchos, matan pocos,
pero matan sin modestias.
Para evitarse molestias
o golpes por el costado,
para evitar que el malvado
nos escupa sus horrores,
nos siembra sus negras flores
el terrorismo de estado.
Entre el hambre y la abundancia
prosigue la competencia,
entre el bien y la indecencia
sigue el pleito en su constancia.
Lo vulgar y la elegancia
siguen en franco combate,
y por romper el empate
entre el valor y entre el miedo
el me-rindo y el no-puedo
se abrazan al disparate.
Siguen mandando tiranos
de derechas y de izquierdas
porque son las mismas... cuerdas,
pero diferentes manos.
Siguen matándose hermanos
por banderitas y cerros,
para corregir los yerros
de algunos cuantos cretinos
que azuzan a los vecinos
como si fuéramos perros.
Siguen teniendo las armas
la razón entre los brutos,
los traficantes -astutos-
nos siguen sembrando alarmas.
¿Serán castigos o karmas
que arrastramos del pasado?
No lo sé, pero el malvado
alimenta los rencores,
los miedos y los temores
con sus ventas al contado.
La política es un chiste
cruel de espasmos y mentira,
el conspirador, conspira,
y la verdad se transviste.
La dignidad es un quiste
que nos quieren extirpar,
y la vida familiar
es hoy tan solo un recuerdo
que languidece en un lerdo
mundo sin alma ni hogar.
La amistad es un producto
que se vende en el mercado
como algo que nunca ha dado
bienes, rentas ni usufructo.
Marchan sin salvaconducto
la farsa y la impunidad,
y presa la libertad
en mentiras y eufemismos
dudamos nosotros mismos
de nuestra sinceridad.
A pesar de lo que veo
hay una luz de esperanza,
una rebelión que avanza
con la pasión del deseo.
No vencerá el fariseo
mientras haya en la partida,
quien resista la embestida
del canalla y del cobarde
y sepa que nunca es tarde
para luchar por la vida.
Por ellos brindo, por ellos,
por lo que no se han rendido,
por los que son más que ruido
o algunos cuantos destellos.
Brindo por todos aquellos
que viven en plenitud,
en la eterna juventud
del valor y los valientes,
por los humanos decentes,
por la humanidad, ¡salud!