domingo, 23 de julio de 2006

Regresa el Entrometido


Regresa el Entrometido
con su décima espinela
para encender la candela,
para incendiar el sonido.
Como el pueblo ha decidido,
como Juan eligió así,
en la obligación me vi
de decir la verdad mía
y al presidente García
esta carta le escribí:

Estimado Presidente,
ciudadano Alan García,
le escribo esta poesía
sincera y humildemente.
No soy mago ni vidente,
ni político ni juez,
le pido en la sencillez
de un verso simple y sincero,
no le falle, compañero,
a su país otra vez.

No se rodee de pillos,
sinvergüenzas ni ladrones,
ni caiga en las tentaciones
del oro y de los colmillos.
No convierta en conventillos
ministerios y despachos,
recuérdele a sus muchachos
que el poder no es un trofeo
y no cometa himeneo
con vagos ni mamarrachos.

El Estado no es pastel
que pueda ser repartido
entre miembros del Partido
y uno que otro coronel.
Debe usted ser timonel
que dirija nuestro barco
lejos del fango, del charco,
lejos de tanta inmundicia,
con valor y con justicia,
humilde, modesto y parco.

Ser el Primer Mandatario
no es ser el que manda a todos
es ser quien busca los modos
de ser noble y solidario.
Enseñe el abecedario
básico de la moral:
quien roba y miente está mal,
quien traiciona es un cretino,
quien mata es un asesino,
quien delinque un criminal.

Aplique la ley que leyes
sobran en nuestra República,
denuncie de forma pública
a buitres, ratas y bueyes.
No acepte que existan reyes
que especulen con las cosas,
que las almas ambiciosas,
miserables y pequeñas,
no encuentren marcas ni señas
para sentirse orgullosas.

Que sus Ministros de Estado
sean honestos y fieles
y que en todos los cuarteles
la verdad sea un soldado.
Que sea el pueblo un aliado
íntegro, noble y completo,
que sabio y analfabeto
sean juzgados iguales
por las leyes naturales
de la bondad y el respeto.

Que nadie robe, señor,
que no cobren comisiones
que no construyan mansiones
con el oro del traidor.
Que no triunfe el impostor,
que no se imponga el más fuerte,
que el pueblo no se despierte
avergonzado de usted,
que no se teja la red
de la infamia, de la muerte.

Maneje la economía
con quien sepa su trabajo,
no confisque en un relajo
nuestro pan de cada día.
Recuerde que todavía
recordamos la inflación,
la crisis, la destrucción,
los abusos y las colas,
las bombas y las pistolas
que arrasaron la nación.

Combata la delincuencia,
la vulgar y la de cuello,
haga tocar a degüello
el clarín de su advertencia.
Muestre ninguna paciencia
con quien roba, con quien mata.
Persiga a cualquier pirata
sin mirarle la etiqueta,
al ladrón de camiseta
y al criminal de corbata.

No ceda a las pretensiones
del partido y del carnet
no convierta en cabaret
museos e instituciones.
Aprenda de las lecciones
de su desastre anterior,
busque siempre lo mejor
para el pueblo que gobierna
y no convierta en taberna
todo nuestro alrededor.

No más bombas, no más guerra,
no más hiperinflación,
no más burda corrupción,
no más terror en la sierra.
Si su memoria se aferra
a los juicios de la historia
que recuerde su memoria
la sangre del terrorismo,
los pecados del aprismo
la sed de su vanagloria.

Nos dicen que ha madurado,
que es usted un estadista,
que su conciencia está lista
para ser bueno y honrado.
Dicen que el electorado,
esta vez, escogió bien,
perdone que sea quien
escriba con desconfianza
pero es mucha la tardanza
con la que viene su tren.

Hay un pueblo descontento
que está esperando de usted
agua que alivie su sed,
pan para su cuerpo hambriento.
No alimente el desaliento,
no fustigue la impaciencia,
no mancille la inocencia,
no repita lo pasado,
que tienta al desesperado
el manjar de la violencia.

El pueblo no es insensato
pero si se desespera
puede arder como una hoguera
contra el robo y el maltrato.
Le ruego, no sea ingrato
con quien le ha dado su fe;
si es la gente su porqué,
si es la patria su razón,
presida nuestra nación
sin tropiezos ni traspié.

Gobernar es muy sencillo
mientras usted tenga claro
que ni el ladrón ni el avaro
tocarán nuestro bolsillo.
Haga llevar al banquillo
del juez a los delincuentes,
luche con uñas y dientes
por la ley y la justicia
y destierre la inmundicia
de chacales y serpientes.

Invierta en educación
que los pueblos educados
forjan mejores estados
y hacen grande a su nación.
Después de cada lección
los muchachos de la escuela
se encienden como la vela
que alumbra nuestro futuro
y llega quemando el muro
del atraso en su candela.

Nadie espera que en cien días
cambie el curso de la historia
sabemos que la victoria
cuesta largas agonías.
Castigue las felonías,
sea justo y compasivo,
no entregue ningún motivo
que alimente la sospecha
y comparta la cosecha
sereno y equitativo.

Si actúa con honradez,
con valor y con decencia.
cantaré sin reticencia
su grandeza y brillantez.
Pero si con altivez,
con descaro y con malicia,
con su gobierno se inicia
la barbarie nuevamente
habré de salirle al frente
a combatir su estulticia.

Nada más (y nada menos)
hasta aquí llega mi canto
que es consuelo para el llanto
y abrigo para los buenos.
Para los malos son truenos
mis versos y está advertido
que si gobierna un bandido
la palabra será un sable
para marcar al culpable.
Adiós. El Entrometido.

miércoles, 25 de enero de 2006

Yo quiero ser presidente


Ya que consideran muchos
que soy un buen candidato,
voy a llevar mi arrebato
hasta rincones más duchos.
Que mis próximos cartuchos
no vayan por la tangente
y que se entere la gente
que, conmovido en el pecho,
quiero gritar (¿con derecho?):
“¡Yo quiero ser presidente!”

Quiero, pueblo que me escuchas,
decirte cuánto te quiero,
confesarte que me muero
si no acompañas mis luchas.
Mis ilusiones son muchas,
pueblo querido y valiente,
levantaremos la frente
tantos siglos humillada...
Porque sueño ser tu espada,
yo quiero ser presidente.

Sembraremos los desiertos,
de dulces y chocolates
y diremos disparates
que harán reír a los muertos.
Pueblo mío, mis expertos
(con sueldo pobre y decente)
prometen hallar la fuente
de la eterna juventud...
Para curar tu inquietud,
yo quiero ser presidente.

Subiremos los salarios
al doble, con mi gobierno,
será más corto el invierno,
¡todos serán millonarios!
Todos nuestros funcionarios
tendrán título vigente.
Con botellas de aguardiente
pagaré la deuda externa...
Para encender tu linterna
yo quiero ser presidente.

El mar nos dará pescados;
los ríos, el agua pura;
el sol, la temperatura;
la suerte, todos sus dados.
Redimiré los pecados,
(¿quién no peca de inocente?)
Cada quien será gerente
de su propia compañía...
Para pintar la alegría,
yo quiero ser presidente.

Aboliré, por decreto,
la pobreza del país.
Mandaré que el cielo gris
brille de un azul discreto.
Y, por ser un mamotreto,
haré una Constituyente
para redactar, prudente,
la nueva Constitución.
Para salvar la nación,
yo quiero ser presidente.

Habrá salud y justicia
para todos, pueblo mío,
del palacio al caserío
todo será una delicia.
Aquí les doy la primicia
del primer decreto urgente:
“Lávese con detergente
la conciencia nacional...”.
Por un llamado ancestral,
yo quiero ser presidente.

Todos vivirán cien años
satisfechos y felices
(y criaremos perdices
en comedores y baños).
Todos, hombres y rebaños,
tendrán salud excelente,
y el lago, noble y paciente,
será de leche con miel.
Para ser tu timonel,
yo quiero ser presidente.

Si votas, pueblo querido,
por mí, tendrás pan con queso,
caldo de carne sin hueso
y un buen plato de cocido.
Te mostraré el escondido
poder de nuestro inconsciente
y aprenderás, de repente,
a cocinar sin comida...
Para mejorar tu vida,
yo quiero ser presidente.

Acá me tienes, hermano,
soy tu amigo y compatriota,
pon en mis pies la pelota
y no meteré la mano.
Vota, pueblo soberano,
por mí, devoto y ferviente.
Prometo ser consecuente
como mis predecesores...
Para fugar con honores...
¡yo quiero ser presidente!

lunes, 16 de enero de 2006

Yo quiero ser congresista


Ni los dieciséis salarios,
ni exonerarme de impuestos,
ni los grandes presupuestos
de “asuntos extraordinarios”.
Ni los sueldos millonarios,
ni “gastos de instalación”,
no hay la menor ambición
en mi afán proselitista,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

Ni el chofer, ni el asistente,
ni el guardia o la secretaria,
son fortuna extraordinaria
para la gente decente.
Que quede claro, no hay puente
que me lleve a la ambición
porque le tengo aversión
al político arribista,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

No me interesan contactos
ni relaciones ni amigos,
mis electores testigos
serán de todos mis actos.
No haré ni arreglos ni pactos
por codicia o ambición;
sólo me mueve a la acción
mi espíritu idealista;
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

Mi voto será a conciencia
no por dogma ni consigna,
todos saben que me indigna
la cobarde prepotencia.
Siempre con independencia
sin cálculos ni ambición,
votaré en cada sesión
con sapiencia de jurista;
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

No apañaré a delincuentes
porque tengan un curul
ni guardaré en un baúl
las denuncias consistentes.
Aplaudiré a los valientes,
condenaré la ambición,
mi vida será bastión
contra la turba anarquista;
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

No viajaré con dinero
del Estado (¡se los juro!),
ni mostraré nunca apuro
de andar por el extranjero.
No voy a ser el viajero
que pretende en su ambición
conocer cada rincón
del mundo como turista,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

No voy a exigir favores,
ni voy a pedir prestado,
viviré con lo ganado
en mis humildes labores.
Yo sé de legisladores
que, ciegos en su ambición,
creen que su posición
es de socio o accionista,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

Voy a ser con mis rivales
distante pero leal,
no es la labor congresal
para tontos ni chacales.
Algunos como animales
pelean en su ambición,
yo les daré una lección
honorable y principista,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

Seré como el agua, claro;
seré como el viento, libre;
seré la emoción que vibre;
seré del pueblo, el amparo.
Seré la luz, seré el faro,
que alumbre sin ambición,
seré, por definición,
“conservador-progresista”,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.

Así que voten por mí,
porque soy extraordinario
y seré el parlamentario
con el mejor pedigrí.
Si nos vemos por allí
no digan que es ambición
mi automóvil, mi mansión
o mi vida de rentista,
yo quiero ser congresista
por servir a mi nación.