Solo un no

Alguno dijo que vio
lo que ninguno ha mirado,
¡qué lío que tiene el dado
cinco "pero" (solo un "no")!
Y usted dirá "quién soy yo",
"quién eres tú" (me corrijo),
pues aunque suene a acertijo,
parece canción de loco;
no entiendo (ni sé tampoco)
quién miró, qué vio, qué dijo.

Si supieran

Si supieran... (pero no
lo comprenden, porque tú
vas cubriendo de tisú
lo que voy mostrando yo).
Si pudiera el dominó
descifrar ceniza o té,
si una taza de café
cancelara el ojalá,
fuera posible, quizá,
ser la duda y tener fe.

Manifiesto

Sin estridencias ni ruido
que parezca un comercial,
ni solemne ni informal
ni tímido ni atrevido.
Serenamente. Latido
de ritmo usual, verdadero,
con intenciones de enero,
sin atributos de urgente;
tranquila y sencillamente
manifestar que te quiero.

La araña

La araña vuelve otra vez,
ni me piensa ni le importo;
patas grandes, sueño corto,
tirana, cómplice y juez.
Lo nuestro es el ajedrez
(jugamos a «vida o muerte»).
Golpea, nunca tan fuerte
ni brutal en sus asuntos.
Comprende que estamos juntos
y compartimos mi suerte.

Descubrir que estamos viejos

Los años se llevan lejos
fuerzas, tamaño, energía;
se pierde más en un día
que rompiendo siete espejos.
Descubrir que estamos viejos
(si me aceptas el plural)
tiene de azúcar y sal,
de miradas y de labios;
ligeramente más sabios,
pero más ceniza y cal.

La culpa

La culpa, vieja ladrona
del atavismo cristiano,
no hace mella en un pagano
que a ningún dios se abandona.
La culpa nos aprisiona;
mejor resulta el olvido.
Yo, que he sido desmedido
(se nota si se me ve),
practico una sola fe:
Ni doy perdón ni lo pido.

Mi padre

Fue de la lluvia, del trueno,
de las verdades sin miel,
de la mirada y la piel
de una mujer. Sabio y bueno.
Le hicieron tragar veneno,
lo arrastraron a la nada,
pero jamás su mirada
perdió el fuego adolescente
ni nadie agotó la fuente
de su limpia carcajada.

Tormenta

La noche pasa desnuda
frente a los ojos del cielo,
mientras llora, sin consuelo,
la tormenta y el sol duda.
La voz —ardiente y aguda—
del viento duele y enfada,
cuando el relámpago, espada
de luz que corta lo oscuro,
baila brillante y seguro
y atroz y efímero y nada.

Haciendo el tonto

En esta vida prestada
todo se acaba de pronto;
vivimos haciendo el tonto
porque no entendemos nada.
Todo es una mascarada;
lo que dejas, lo que juntas,
las ilusiones presuntas,
la quimera de los sueños,
la fe de no tener dueños,
la respuesta a tus preguntas.

Difícil

Hacemos del bosque un charco,
vamos destruyendo todo
convencidos, de algún modo,
que alguien salvará este barco.
Difícil que sea parco,
reflexivo y tolerante;
que se ha abusado bastante
de la Tierra y pronto ya
no quedará ni ojalá
ni futuro ni adelante.

Agua viva

Mientras que suene la orquesta,
seguiremos en la danza;
bailando la vida avanza
menos dolor y más fiesta.
Cuando el silencio es respuesta
(de ese Dios indiferente),
lo mejor es ser la fuente
de agua viva, limpia y clara
que sacia, riega y ampara,
solidaria y simplemente.

A solas

Saber que nunca ninguna 

(por más que digan que sí), 

ni tuyo ni para mí 

ni desgracia ni fortuna. 

Saber que el azar, la cuna, 

marcan el rumbo, las olas,

que ni hormigas ni amapolas

conocen nuestra existencia. 

Comprender la indiferencia

del ser. Y morir a solas.

No temas

Se va extraviando la aurora 

por un camino que huella 

la luz de una vieja estrella 

que maldice y enamora. 

Si el universo te ignora, 

si la palabra te olvida, 

si no sabes la medida 

ni el porqué de la existencia, 

no temas, en cada ausencia 

va respondiendo la vida.

Ala rota

Nos vamos dejando el alma, 

sin vergüenza, con cariño; 

palmadas, sonrisas, guiño... ¡Cuánto horror con tanta calma! 

Se esfuerza en vano la palma

buscando el sol, que en el juego 

de la existencia tan luego 

somos de triunfo y derrota; 

dioses con el ala rota 

rumbo al olvido y al fuego.