para Alelucha

Cuando paseo contigo
no existe la soledad;
tus manos son mi verdad,
tu corazón es mi amigo.
Tu sonrisa es mi testigo;
tu voluntad, mi osadía;
tu fuerza, la luz del día;
tu inocencia, mi esperanza;
y es tu camino, que avanza,
mi fe, mi sol, mi alegría.

Luz

La luz enciende la tarde
sin la menor intención
de salvar el corazón
que se retuerce cobarde.
Tampoco es gesto ni alarde,
no es espejo ni cortina,
no presume ni adivina,
no promete ni libera;
la luz, gentil compañera,
tan solo es luz, ilumina.

Ser

La vida, la mar, el canto,
las estrellas, la locura
de ser y no, la impostura
de llorar, pero sin llanto.
Sabemos nada y de tanto
como podemos saber,
inútil el menester
de perseguir las respuestas;
pagan muy mal las apuestas
contra el abismo del ser.

Inmarcesible

Hay un fulgor que es aurora
dentro del sol de tus ojos;
hay atardeceres rojos
que invitan a la demora.
Sencilla, amable, señora
del gesto y de la ternura,
ni el mundo ni su impostura
nublan la luz que te habita;
inmarcesible, infinita;
reino de amor y dulzura.

Rosa prestada

La vida, rosa prestada,
copa de vino, momento,
calibra su fundamento
compartiendo una mirada.
Los amigos, la emboscada
del amor contra la muerte,
nos regalan esa suerte
de inmortalidad concisa
que entre palabras y risa
nos mantiene el alma fuerte.

Lo guardado

Volver al color de un cielo
que nunca tuvo color,
al origen del amor,
sus llamas, la sed y el hielo.
Regresar a ese desvelo
de la arena, fina y seca;
de la rama, sabia y chueca;
del todo, tanto, por mí;
yo contigo, para ti.
Semilla y flor. Hilo y rueca.

Seis años

Seis años son un instante
de nuevas vidas y muertes
del tiempo, que echando suertes,
no alcanza para bastante.
Dios, que es un ser delirante
que no comprende quién es,
nos tiene atados de pies
y atrapados contra un muro,
más sentencia que conjuro,
menos rosa que ciprés...

¿Qué tengo allá?

¿Qué tengo allá? La memoria,
los pasos desprevenidos,
las ilusiones, los ruidos
de aquella remota euforia.
Llevo una carga notoria
de expectativas y ausencias,
guardo recuerdos, cadencias
heridas por el olvido
(y un rosal que ha florecido
de amores y de experiencias).

¡Alas y buen viento!

Van a recorrer el mundo
con la historia por delante,
con el corazón, bastante,
con el afecto, profundo.
Gozan del tiempo fecundo
del saber, del pensamiento;
disfruten cada momento,
conozcan, aprendan más,
¡nunca pierdan el compás
ni abandonen el intento!

Ha de pasar

Aléjate de la sombra,
del susurro, de la trampa,
que tarde o temprano escampa
(si la muerte no te nombra).
Sea de espinas o alfombra
la ruta que se presenta,
tú sigue andando, y alienta
la sed de un mejor futuro;
no temas al cielo oscuro,
que ha de pasar la tormenta.

Mil existencias

Busca, observa, aprende, viaja,
desbórdate de experiencias;
que sean mil existencias
las que envuelva tu mortaja.
No seas piedra ni paja;
sé agua, sé viento y fuego,
gasta tus fichas, el juego
se termina pronto y mal.
Sé amable, feliz, leal;
vete con un «hastaluego».

Rosa prestada

Hoja que vuela arrancada
por el viento embravecido,
jamás hallarás sentido
de la nada hacia la nada.
La vida, rosa prestada
por un dios sin emoción,
navega sin luz. Cañón
disparado por un ciego.
Ni la amenaza ni el ruego
son útiles, corazón.

Argamasa

Sabemos que el tiempo pasa,
corrompe, torna, lacera,
castiga de tal manera
que destruye templo y casa.
Nuestra vida es la argamasa
que protege, contenidas,
las ilusiones dormidas,
los intentos, el conjuro
que da origen al futuro
y al sueño de nuevas vidas.

El río

El río lleva la sombra
de las vidas entregadas
al viento de las miradas
que nadie recuerda o nombra.
Sus aguas, como una alfombra,
cubren penas y despojos,
sueños, delirios, antojos,
historias truncas, vacío;
llevan las aguas del río
las lágrimas de tus ojos.

Ángel dormido

para Alejandra

Duerme tranquila, no hay nada
que pueda robar tu paz;
tu voluntad, pertinaz,
se revela en tu mirada.
Repara fuerzas. Cerrada
ya está la puerta al pasado;
solo el futuro, soñado,
fieramente perseguido,
te espera. Ángel dormido,
sueño mío, enamorado.

Ellos y nosotros

Nos enseñan del «ajeno»,
del peligro de «los otros»,
del «son ellos o nosotros»,
de la traición y el veneno.
Los extraños son del trueno;
«ten cuidado», «es un disfraz»;
ellos, lo cruel, lo rapaz;
nosotros, nobles y sanos...
Y así, los seres humanos,
nunca hallaremos la paz.

Llueve

Llueve con la persistencia
de la arena en el desierto;
saben la puerta y el puerto
que son símbolos de ausencia.
Qué frágil es la conciencia,
qué inútil es nuestro paso;
de nada importa si el vaso
se encuentra lleno o vacío.
Regresa, del mar al río,
la lluvia; como un fracaso.

Todavía

Rota la piel delicada
de la inocencia, sabemos
que un barco que va sin remos
lleva la suerte apagada.
Conscientes de la emboscada,
valoramos la alegría
curiosa del nuevo día,
la amable oportunidad
de abrazar la humanidad
(mientras dure, todavía).

Nadie es perfecto

Nadie es perfecto, no obstante,
vive intentando ser bueno,
que ni el espanto ni el trueno
sean tu estrella constante.
La traición es repugnante,
pérfida la cobardía;
busca la sabiduría
que hace al hombre ser humano,
sé agua fresca en el verano
y en el invierno, alegría.

Motivo y razón

Hay gente buena y canallas,
compromisos y traiciones,
futuras generaciones
y dolorosas batallas.
Hay detrás de estas pantallas
luchas, pesares, historias,
inolvidables memorias,
motivo y razón de ser
un poco mejor que ayer,
menos queja y más victorias.