Los graban diciendo cosas
por lo menos, vaya, ¿infames?
Seamos claros —¡no mames!—,
repugnantes y asquerosas.
Esas charlas delictuosas
y esos fiscales que van
sin órdenes y sin pan
—sinvergüenzas— y sin ley
me dan mala espina, guey,
¿para quién trabajarán?