Primero dijeron todo
lo que quisieron decir,
del pasado al porvenir
se lanzaron piedra y lodo.
Cada cual buscó su modo
de echar más culpa al vecino,
que taimado, que ladino,
que traidor, que desleal;
la cosa pintaba mal
y se cerraba el camino.
Uribe acusa a Correa,
Correa denuncia a Uribe,
y allá en el Mar del Caribe
se calienta la pelea.
Sube y sube la marea,
sube el ritmo, sube el tono,
cada palabra es abono
que hace germinar rencores,
y alimentados furores
hacen mayor el encono.
Hasta que Chávez, astuto,
como el lobo ante la vid,
ve que seguir el ardid
no va a darle ningún fruto.
Llevar todo al absoluto
de la guerra y sus razones
(sus tanques y sus aviones,
su metralla y su granada)
es internarse en la nada
de muertes y destrucciones.
¿Será Chávez pacifista?
Pido permiso a la duda.
Es militar y no ayuda
tremenda guerra en su lista.
Es demagogo y artista,
es gritón y exagerado,
pero conoce el soldado
de aliados y de arsenales
y sabe que son muchos males
los que caben en un dado.
Ante el mundo queda bello,
solidario, fraternal,
estadista colosal,
hombre sereno y destello.
Luego de apretar el cuello
de su hermano colombiano
le da un abrazo, la mano,
le jura eterna amistad
y trafica la verdad
como lo hace un buen villano.
Yo no le creo, lo siento,
creo que las circunstancias
aún llevaban distancias
con sus planes; lo lamento.
Vino el acontecimiento,
los agarró de sorpresa
y burdos como la presa
respondieron a arañazos;
después de un par de portazos
regresaron a la mesa.
Y no piensen que no creo
que no es bueno tanto abrazo,
tanta foto, tanto trazo,
tantas firmas y jaleo.
No puede haber nada feo
en tanta declaración,
todos quieren su porción
de estadistas y de gloria,
todos quieren que la historia
recuerde tan magna acción.
No saben, pobres ilusos,
que ninguna guerra empieza
por arranques de rudeza
o pensamientos obtusos.
La guerra tiene sus usos,
sus fórmulas, su momento,
sus tácticas, su armamento,
su razón y su rapiña;
nadie se lanza a una riña
solo por un sentimiento.
Acá nada ha terminado,
lamento ser aguafiestas,
¡que hoy celebren las orquestas,
nadie quita lo bailado!
Sin embargo (quiera el Hado
que me equivoque) yo sé
que hará falta mucha fe
y mucha buena intención
para evitar la traición
su razón y su porqué.
Espero ser un cretino
que se equivoca de plano,
un terrible ser humano
ciego, infame y anodino.
Pero me dice el camino
terrible de la experiencia
(que no es fórmula ni ciencia
pero sabemos que sabe)
que tanto abrazo no cabe
en tanta mala conciencia.