Previsible, como en todo,
Chávez grita: ¡quieren guerra!
y en sus palabras encierra
mucho de sangre y de lodo.
Busca la razón y el modo
de arreglar sus propios líos,
de inflación, gastos impíos
en lujos y en corrupción...
La guerra es la tentación
de sus negros desvaríos.