Robert cumple ochenta y cinco
y los quiere celebrar
(champán, langostas, caviar)
con su patriótico ahínco.
Ágil, se salta de un brinco
a la insolente inflación,
al hambre, la corrupción,
al cólera (y tres mil muertos);
¡el festejo es para expertos
en vivir sin corazón!