«Que sí, que también, que yo,
que los corruptos, que el juez,
que denuncio, que tal vez,
bueno, entonces, pero no».
El efecto dominó
(pero al revés y amañado).
Ni acusete ni acusado,
que el arreglo es la bandera
de esa familia que espera
ser dueña –again– del Estado.