Hablo de mitos, de historias
redondas, como un cuento,
que alguien en algún momento
se inventó soñando glorias.
Confundidas las memorias,
todo es cierto. Aquella tarde
(de la que nunca hice alarde)
fue mentira y verdadera:
Tú, la feroz primavera;
yo, ni invierno ni cobarde.