Pobrecito el cura aquel,
pederasta, violador,
estaba enfermo el señor
y castigarlo era cruel.
¿Violó a trescientos? Infiel
quien busque brutal venganza;
la Iglesia -esa vieja alianza
de la ignorancia y del miedo-
no le torturó ni un dedo...
¡Qué decencia! ¡Qué esperanza!