Canta por el que se calla,
por el que no tiene voz,
por el que murió precoz
antes de entrar en batalla.
Canta porque la muralla
se derribe de una vez,
y canta por la vejez
que abandonada se muere,
canta por el que te quiere
sin miedos y sin doblez.
Canta porque en tus canciones
la vida vibra, se eleva,
se redime y se renueva
de esperanzas y emociones.
Canta porque las pasiones
hallan vigor en el canto
contra el dolor, contra el llanto,
contra la melancolía;
el canto y la poesía
curan de muerte y espanto.
Canta por el niño hambriento,
canta por el hombre triste,
canta por el que resiste
adolorido y sediento.
Canta porque en el intento
se hace más el ser humano,
canta por cualquier hermano
que haya perdido el camino,
canta por el peregrino
que se extravió en el pantano.
Canta por todos y canta
contra el silencio cobarde,
cántale al sol en la tarde
contra el miedo que te espanta.
Canta porque tu garganta
es luz, es cuerpo y es vida,
canta cuando estés herida,
canta cuando duela más
y no silencies jamás
tu canción comprometida.
Canta por las maravillas
que nos brinda la existencia,
y canta contra la ausencia,
la sombra y las pesadillas.
Canta canciones sencillas
porque es bueno, porque sí,
canta por el frenesí
de sentir la sangre viva;
¡canta por la imperativa
razón de cantar por ti!