
Pavarotti se halla grave,
agonizando en su casa;
todo muere, todo pasa,
el hombre, la planta, el ave.
Su voz, que fue luz y clave,
que fue el resumen del canto,
quedará. Muerte y espanto
lo harán perder el compás.
Pagliacci no ríe más
porque está roto del llanto.