En casa de «los señores»,
la vida de Magdalena
se convirtió en la faena
contra abusos y rigores.
«La señora» y sus rencores
(eran celos) y, también,
«el señor» con su desdén
en público (y en privado
«me vuelves loco» y enfado
cuando ella «No, no está bien»).
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