Sea el Papa o el Imán,
no me da calor ni frío,
pero se convierte en lío
si amenazan con Satán.
El silencio amarga el pan
y el estómago lo irrita.
Venga de ateo o jesuita,
de arzobispo o ayatola,
la censura es la pistola
burda, asquerosa y maldita.