jueves, 3 de diciembre de 2009

El abogado de narcos

Empezó como un juego, era sencillo.
Era joven y hábil, descubría
los vacíos legales, los hacía
servir a mis clientes. Fui un martillo.

No preguntaba nunca por el brillo
de tanto ricachón. Si no sabía
me sentía mejor. La porquería
que ignoramos no es fuego ni cuchillo.

Después no me di cuenta o me distraje
con los millones, el avión, los barcos,
los carros, las mansiones y hasta el traje.

Así acepté los límites y marcos
de mi función. No es raro que hoy trabaje
de rehén y abogado de los narcos.