Vienen a mi local los poderosos;
soy peluquero, sí, pero exclusivo.
Soy clásico y también soy creativo,
y soy toda una moda entre famosos.
Empresarios, politicos, esposos
de importantes mujeres, son motivo
de este negocio simple y lucrativo:
cortar el pelo de los ambiciosos.
Son el lugar común, la tontería
hecha poder, abuso y atropello,
reyes de la idiotez de cada día.
Se creen importantes, un destello
de la inmortalidad. ¿Cuál será el día
que me decida, al fin, y corte un cuello?