Yo vivo de la muerte, de las balas,
de los cuerpos quebrados, de los huesos,
de las matanza y de los excesos;
del buen hacer de las personas malas.
Ángeles de la sombra que, sin alas,
siembran la destrucción, torturan presos;
ellos me dan trabajo con sus besos
de horror, sin maquillajes y sin galas.
Mis noticias le dan la vuelta al mundo,
soy el heraldo negro de esta tierra,
más impactante, cuanto más inmundo.
Muertos y mutilados. No me aterra
ver el dolor más cruel o más profundo,
pan del corresponsal que está en la guerra.