Trabajo solamente con señoras
(como comprenderán, soy muy decente)
voy por sus formas delicadamente
con manos suaves, casi aduladoras.
Las hay de piel amable, seductoras,
y flácidas (de cuello displicente)
y obesas (de ansiedad irreverente)
y deportistas (y provocadoras).
Sus cuerpos son mi campo de batalla,
los camino sin miedo, los provoco,
unos tiempos gentil y otros canalla.
Les impongo mi ritmo, poco a poco,
y a veces el silencio nos estalla.
Nunca pido perdón cuando las toco.