martes, 24 de noviembre de 2009

El torturador

En esto no hay placer, es mi trabajo
(sí, claro, algunas veces lo disfruto,
¡pero se lo merecen!). No soy bruto
y pongo el corazón en cada tajo.

Mi oficio no es más sucio ni es más bajo,
soy jornalero del temor, del luto
(si dudo, si me muestro irresoluto
pueden dudar de mí). Vivo al destajo.

Mi jefe es oficial, yo no soy nada;
mi poder es el miedo y el dolor
en una celda oscura, ensangrentada.

No me arrepiento. Cumplo mi labor
sin angustiarme. Cada madrugada
me grita un criminal: "¡Torturador!".