Brindemos por los todos que se han muerto,
por los que se largaron de este mundo
-desde el santo varón al buitre inmundo-
y dejaron más grande este desierto.
Brindemos por la sed y el desconcierto
de no saber si cabe algo profundo
en esto de existir; si hay un segundo
debut en las entrañas de otro puerto.
Brindemos por la vida pasajera
que no sabe de infamias ni virtud,
que nunca mira atrás, que nunca espera.
Brindemos por la duda, la inquietud,
la efímera ilusión, la primavera,
las ganas de ser más y el fin. ¡Salud!