En Indonesia tiembla hasta el orgullo
(es un decir, lo saben mis amigos)
quiero decir que somos los testigos
de mucho temblorcito, ¡flor de arrullo!
No me quejo, relámpago, ni aúllo,
no grito, no reparto cal ni trigos,
no culpo del temblor a los amigos,
ni con los enemigos me apabullo.
La cosa es que las islas tan hermosas
(aunque Yakarta esté contaminada)
viven hoy día raras, temblorosas.
¿Será el final de todo? ¿Desolada
ha de quedar la tierra? ¡Qué de cosas,
tanto nadar para acabar en nada!