viernes, 9 de octubre de 2009

Nada se explica

Nada se explica sin la muerte leve
de la vida encogida del anciano
que se extingue sin rabia, soberano
de su existencia consumida y breve.

Nada se explica si el dolor no llueve
sus clandestinas gotas de verano,
si de tanto calor se anuncia en vano
el próximo capricho de la nieve.

Nada se explica sin la risa triste
del payaso feliz y distraído
con el ave y el canto y el alpiste.

Nada se explica sin el recorrido
de la cuna a la fosa; sed que embiste
a todo el que comprende que ha nacido.