Ya sé que la política es un asco,
que los que en ella son, pierden el alma,
que la miseria en la maldad se empalma
para hacer un político de un fiasco.
Así como el veneno está en un frasco
y la suerte del hombre está en su palma,
así también la ruina de la calma
está en la demagogia y su chubasco.
Sin embargo, si aquellos, los canallas,
son los que ocupan mandos y poderes,
de ellos será el fragor de las batallas.
Solo cuando asumamos los deberes
de ser, y ser con vísceras y agallas,
acabaremos con los mercaderes.