Que vengan de una vez las meretrices
que son mucho más hábiles y honestas,
que siempre están pendientes y dispuestas
y alertas y entusiastas y felices.
Nunca temen mostrar sus cicatrices,
no les importan créditos ni encuestas,
fijan tarifas claras en sus fiestas
y no buscan jamás echar raíces.
Que asuman el poder y que el traspaso
se haga "como en familia", sin disputas,
sin reclamos, sin quejas, sin retraso.
Dejémonos de farsas diminutas,
y si sus hijos fueron un fracaso
que nos gobiernen, por favor, las putas.