En Tailandia sí llueve cuando llueve.
Agua sin sal que llega, triunfa y moja
todo el lugar, sin pena ni congoja:
¿Será cosa inocente o furia aleve?
La lluvia hace hincapié sobre el relieve
de esta ciudad de sueños que me aloja
como una irresistible paradoja
de cuerpos de fulgor y almas de nieve.
La lluvia cederá como los montes,
como las estaciones y los años,
como las puertas y los horizontes.
La lluvia mojará a propios y extraños
y hará crecer en piedras y desmontes
la flor que no deshacen los engaños.